Crítica del disco Artaud, de Pescado Rabioso , de la revista Pelo de octubre de 1973 , número 43.
Es el long-play más libre y más hermoso que escuché en mucho tiempo. Y esto es seguro que le va a ocurrir a quien se predisponga a recibir esta música del aire. Cada uno de los temas es tan espontáneo que, lógicamente, no hizo falta variedad de instrumentos o excesiva potencia. Escuchar estas canciones increíblemente saludables es como meterse en el cuerpo de las cosas que uno ama, es un viaje extraño y amable por las paranoias del mundo y las pequeñas islas para náufragos decididos y con vocación.
Halar de los resultados técnicos de este long-play sería estúpido. Pasa a un plano totalmente secundario ante una pelota de sensibilidad que se desprende de cada clima lograd. Sin embargo, no es despreciable sospechar que mucha responsabilidad de este viaje por la mente que no queremos conocer se deba a la fértil y escueta colaboración de dos de los antiguos compañeros de Luis (Rodolfo y Emilio) y alguien que lo debe conocer más que varios: su hermano.
