Nacer en los sesenta fue crecer en blanco y negro, fue domingo de olor a salsa desde temprano y voces en la radio en la cocina.
Ruido de ollas y madre de impecable delantal, olor a ropa limpia planchada entre rociador y un aroma a bencina.
Era el asombro descubriendo en el jardín un hormiguero, mirar en cuclillas su esfuerzo lento y seguro para alimentar su prole.