Gran parte de lo que pueden leer a continuación en el artículo de Laura Ledesma, lo viví yo de pequeña en mi pueblo/barrio de Aldo Bonzi, en los años 60.
Mis abuelos y mi padre estaban en las comisiones de la Sociedad de Fomento, mi padre y abuela Italia en la de Fiestas en aquel momento, razón por la cual yo pasaba muchas tardes ahí metida y no nos perdíamos la Fiesta de Carnaval como la mayoría de vecinos de entonces.
Tengo recuerdos muy bonitos de los CORSOS, con sus murgas, el desfile por la calle Lino Lagos, los pomos, el agua perfumada, los martillitos de plástico, mata suegras, serpentinas, dizfraces, bailes, reina, damas de honor y princesas de carnaval!!!
Pero si hay algo totalmente unido a estas fechas y a la Fiesta, eso es la CUMBIA, un ritmo que la verdad nunca fue de mi devoción pero es innegable el poder de seducción y alegría que tiene.
Quien puede resistirse a bailar con este compás?!!
mi abuelo Pedro De Ferrari y mi tío abuelo Italo Adami, 1970 en una cena de la Sociedad de Fomento. |
Una época destacada de la vida del pueblo de Bonzi es
cuando se organizaban los tradicionales carnavales. “Todo se concentraba en la
Sociedad de Fomento. Era un patio muy grande con una sala donde estaba el
bufete. Íbamos los niños, jóvenes y grandes. Los jóvenes siempre acompañados por
el papá, la mamá o el hermano mayor”, recuerda una vecina del barrio.
Era el festejo del pueblo, del que participaba toda la
familia. Las calles de los distintos pueblos vecinos se llenaban de alegría y
color. Disfraces, agua y papel picado eran los principales
protagonistas.
En Bonzi era toda una tradición. Para mediados de la
década de 1940 surgieron estos festejos. La Sociedad de Fomento era el centro de
la fiesta. Hasta los primeros años de la década del 50 el carnaval era muy
característico.
El patio de la Sociedad todavía no estaba techado. Por
la tarde había festivales y a la noche se hacían los bailes. “El salón era
adornado con guirnaldas y luces de colores. Se colocaban sillas todo alrededor y
las chicas íbamos vestidas con nuestra mejor ropa”, recuerda una vecina de más
de ochenta años. Se usaba papel picado y serpentinas a montones. Algunos
muchachos llevaban perfumeros, una botellita cilíndrica con pico de pomo con el
cual tiraban un chorrito de agua a las chicas. Los más osados le ponían un
poquito de perfume al agua, para que tuviera un olorcito especial.