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lunes, 27 de junio de 2016

Lunes AZUL crayola

Palabras de Andrés Calamaro, (que comparto)

Partidos en la derrota.
Anoche se dieron curiosas circunstancias en lo deportivo y en la vida política, que también tienen tratamiento televisivo y contaminante en las opiniones. Aunque, según lo visto las predicciones no resultaron según lo previsto por la mayoría. Se celebraron segundas elecciones generales en España: a la luz de los resultados el electorado (que no es un conjunto de votantes que responden a idénticas motivaciones ni se puede juzgar como a una sola persona) optó por el mal menor (cierro comillas) quizás después de haber contemplado seis meses de ademanes (ínfulas) “emergentes” o considerando el concurso de la municipalización (el ejemplo practico de lo es la gestión de la nueva izquierda que algunos consideran ya: izquierda frívola, izquierda televidente o consecuencia de una heurística que hace hincapié en los errores imperdonables del contrario mas que en la garantía de bienestar que es lo que la mayoría reclama). El viento que sopla desde Gran Bretaña auto excluida de la Union Europea, los agitadores en Catalunya (ocupantes ilegales de inmuebles), un discurso que fue templándose de forma alevosa: desde el estalinismo y el resentimiento, hacia un concepto de unidad de España y posibles pactos que no se concretaron hace apenas seis meses: pudieron haber sido el detonante del inmovilidad de la masa electoral. La izquierda emergente terminó como empezó, con idéntico numero de diputados pero con un millón de votantes menos. Eso después de nuevas alianzas, el debut legislativo con beso en los labios incluido, discusiones interinas y un exceso de pantalla; en efecto, los candidatos se prodigaron hasta que dejaron de importar, quizás entonces se cotizó el silencio frente a una serie de discursos que, por lo variado en su forma y en su contenido, resulto poco atractivo para la gran masa de electores del concierto democrático. El desprecio por la constitución y la unidad, el dedo acusador permanente y el rencor sostenido, fueron mutando en: manos tendidas después de imponer la fantasía de un ejecutivo alternativo, un discurso plurinacional templado in extremis y un cambio de registro ideológico que irritó a los consecuentes radicales pero no sedujo a la gran mayoría que es lo que importa. Del otro lado del charco, la lógica de la derrota paralizaba a un país que le da tanta importancia a la gesta deportiva como al destino político, una expresión mundana que afecta no solamente al país en cuestión, porque el calor de las elecciones españolas también parece congelarse para el próximo partido de la segunda selección roja: hoy por hoy, España “no es tan roja” como Chile. Obligados a ganar, los jugadores argentinos (contrastados en las ligas europeas) se vieron superados en estrategia y táctica por un combinado transandino que supo combinar orden, fuerza y convicción; tres elementos que no sobraban en la filas del seleccionador argentino, ahora definitivamente especialista en estrellar coches de lujo. Argentina se encontró sometida a la propuesta chilena: marcajes fuertes, soportar la presión de una final, atacar defendiendo, salir jugando. Eso hizo Chile. Una Argentina desconocido jugo a defender y a defenderse en un terreno en donde los vecinos resultaban mas efectivos. Aunque mi análisis no se haya visto retratado en un marcador sin goles, fue la sensación que dio el transcurrir del juego que llego, conmigo ya durmiendo, a una tanda de penas máximas que dejo una resaca de mas pena máxima.
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